De: J. Ambrinos
Date: 02/02/2006
Gracias a Cancio por sus explicaciones. Me convencen, especialmente las que hacen referencia a esos veterinarios más duchos en el arte de cobrar y poco dados a querer y creer en el toro bravo, el de lidia, cuyas defensas deberían estar intactas no sólo en los cuernos, como usted dice, sino también en todo su cuerpo. Veterinarios, una pléyade, a veces legión, más dados a poner pegas y a condicionar el espectáculo de los toros que a buscar solución a los problemas que la cabaña ganadera tiene y aunque toda generalización es odiosa, algunos- los menos- hay, que se salvan de la quema, pero poquitos no crea. Usted cree que tenga que haber varios veterinarios que tienen que firmar las actas: Una para los encierros, otra para los toros que se corren como probadillas, otra más para la corrida de a pie o a caballo y una especial para los caballos de picar. Que por cada certificación de esas, dinero al bote que tiene que pagar el empresario y repercutirlo en el precio de la entrada al aficionado. A ver quién es el valiente que se decide a organizar un festejo taurino cuando casi el 30 % del precio del mismo se va entre permisos, veterinarios, médicos y personal. Y ya que sale, no le quiero decir nada de los servicios médicos en los espectáculos de toros. Pero ese es otro cantar. Gracias por sus explicaciones, señor Cancio y un saludo.