A LOS DE CARITAS: EN ARENILLAS SE OS A ACABAO LA FUNCIÓN.

 El alcalde de Arenillas.

 

 

Del alcalde de Arenillas
al

ilmº. sr. Director de la Comisión Episcopal de Pastoral Social CARITAS DIOCESANA del Vaticano:

       ilmº. sr.: Mu buenas. Me dicen que en Salamanca han repudiao la limosna que les daban unos toreros precisamente porque la daban toreros; amos que Caritas en Salamanca se las quiere dar de antitaurina y dejar mu claro que les sobra el dinero y la poca vergüenza. !Quien lo diría!. Verá lo que ha paso en la diocesis de Valladolid. Sepa que por haber dado el gobierno subvenciones a los payasos sin fronteras, alguaciles sin fronteras, músicos sin fronteras y otros muchos desfronteraos, se les habían terminado las perras en esta diócesis, más concretamente, en la parroquia de Rioseco, de modo que ya no había pa Caritas y como aparte de los pobres indígenas tiene 500 rumanos que mantener, pensaron organizar función taurina con la que sacar algo pa hacer caridades.

     Subió a verme D. Pedro Carrasco, párroco de esta villa, me atizó medio Evangelio y acabó pidiéndome una chota de la vacada de esta villa, gratis, claro está, pa la corrida contra el hambre que pensaba organizar. Le iba a decir que la caridad empieza por uno mismo, que si las perras las tiene el gobierno, que pague el gobierno y muchas filosofías más pero pa no discutir le dije que la villa regalaba un cuarto de chota y el resto se pondría a buen precio; en esas, Rencesvinto el concejal empezó a enseñarnos los dientes haciendo muecas pa que viéramos lo propios que le caían. Y le dice Wences.

- ¡Papo!. ¡Rencesvinto!. ¡Si esa dentadura es de un marrano!. ¡Si no puedes hablar!.

 Y empezamos de bromas. D. Pedro, como fue artillero, no escuchó bien, suponiendo tomábamos a burla la corrida de Caritas, se picó y me dijo que según Seneca había vicios cercanos a las virtudes; según él, en este ayuntamiento la tacañería vivía junto a la caridad y según San jerónimo, a ver como nos explicamos cuando oigamos a la voz decir: “levantaos muertos y venid al juicio”. Se despidió con un portazo y seguimos la sesión disgustaos, que el pedir quiere humildad y no estos apechugamientos. Bueno, seguimos el ayuntamiento tratando sobre la contrata de las señoritas toreras de Cartagena, grupo artístico mu nombrao, que queríamos torearan en la función taurina de los Santos o Corrida de Ánimas que acostumbra dar la villa el día de Todos Santos difuntos y se olvidó la cosa.

     Estos días de otoño es costumbre de la villa contar a la lumbre historias de ánimas, aparecidos, fantasmas y cosas asín pa entrar en ambiente del tiempo; tan bien las cuentan algunas señoras que ponen los pelos de punta al más fajao y generalmente a todos nos ponen las orejas tiesas. Pos ya ve, estábamos en la chimenea de la Taberna del Ahorcao tomando un vino y la Maruja, entre trago y trago, contó la historía de las fantasmas tarántulas que aparecían al tiempo en la boca y en el desaguadero del Colagón de Tordesillas antes de que le cegaran.
Lo explicaba mu bien. Esas fantasmas que matan aruñando eran como la Santísima Trinidad: Dos en uno, el mismo bicho en dos sitios al tiempo, porque tienen don de la iniquidad ubicua. Y cuando nos iba a contar –como todos años- cuando la comieron los higadillos a la gitana, se me ocurrió a mí que podíamos hacer como las tarántulas: dar la corrida de Ánimas y la de Cáritas al tiempo. Asín que mandé callar a la Maruja y propuse la idea a la afición presente.

     Pa no alargarme: Arenillas ponía tres toros pa Landrú, Gallito de Villardefrades y las de Cartagena, y dos capeos pal público en general. Metidos en incierro, los toreros pasarían capote pa recoger la limosna y de lo que sacaran tras pagar a los toreros supervivientes, la mitad pal ayuntamiento y la mitad pa Cáritas, avisando al distinguido público que los toreros irían acompañados de Heliodoro el alguacil y Anastasio "el monstruo" con orden de vigilar que ningún degenerao adulto echara al capote menos de 10 euros y ninguno infantil, menos de 5.
Contando con los de los pueblos, 600 adultos, 6.000 euros; 200 menores, 1.000 euros, total 7.000 euros de los que quitamos 4.000 pal ganao y 1.500 pa los toreros y nos restan 1.500 euros, que descontada la colación, agasajo y ornato de la plaza, restan 1.000; de ellos, 500 pal consistorio y otros 500 pa Caritas. Item más, la fila cero (de burladeros) toda pa Caritas (si alguno se atrevía a ponerse allí, aunque se ve mu bien).

     No las tenía todas conmigo cuando le conté a D. Pedro el cura nuestro proyecto cristiano y sin embargo, Velay!. me dio un abrazo y dijo que adelante las huestes. El Rencesvinto quiso ir voluntario a Valladolid por los papeles gratuitos. Fue. Le trajo a la mujer una crema pal cutis “carita de perro” y al chico unas tablas de logaritmos pa que se entretuviera leyendo como hacía mi sobrina, se zampó medio lechazo en el restaurante “El Buen ladrón” de la Plaza Mayor y se vino en la Regional sin papeles pero con una medio turca que dio qué decir en Villavieja. Cuando por la tarde tenemos concejo a campana tañida y tie que explicarse ante el público, mu nervioso y mu desfigurao, no decía nada. Y ya le dice Eduvigis la calva.

- ¡Amos, bonito!.... ¡que es pa hoy!.

Pero no decía nada, y en esas aparece la señora Áurea de Villavieja, dando voces:

- ¡Éste es el hijoputa que me ha matado la oveja!. Éste. Y le apuntaba al Rencesvinto con la pala picos.

     Entonces abrió la boca pa pedir socorro y se declaró el busilis. Rencesvinto se había puesto la dentadura de la oveja y no podía hablar. Dirá su Ilustrísima que no me alargue tanto: Paciencia, que la buena orden es mu importante pa la claridad. Total, que como llevamos desde el siglo XIII haciendo corridas sin papeles, por otra más ...

     Arreglada la burocracia al estilo de la villa, llegó el momento de la contrata. Con Landrú y Gallito no hubo problemas, pues se deben a esta villa; con las toreras ya hubo más, pos querían 12.000 euros, pensión, transporte propio, seguridad social, camarinos, los toros a punto de arte y de poca alzada ... Bueno, ilmª: mu pedigüeñas y mu poco cristianas, y yo por todo pasaba menos por poner a los toros a punto de arte, amos, a afeitarlos  y amolarlos vivos; pero como no cedían y eran necesarias pa que acudieran tolos mozos solterones de la comarca de Campos, dije pagaría los 16.700 euros que costaban, con ánimo de no pagar por ser para una buena causa y que de tocar a los toros, ni hablar.

       Y siguió este ilustre ayuntamiento desvelándose por los pobres mandando a Madrid en el Auto-Res al Rencesvinto (cartilla leída) y al secretario (pa releérsela); llevaban recomendación de D. Pedro pal vicario general castrense y que éste les diera otra pa algún ministro o potestad y que a su vez éste soltara algunas perras. Ni caridad, ni justicia social, ni solidaridad, ni nada; trajeron la bendición del vicario y el “no procede” de no sé qué ministerio, pero como Dios escribe derecho con renglones torcidos, el vicario, que es mu torero, corrió la voz por ahí diciendo a las empresas de postín que se anunciaran en la corrida, total ... ¿Que son 6.000 euros pa la Telefónica, o pa Iberdrola o pa la Coca-Cola?. Y a 15 de octubre tenía 66.000 euros en la cuenta de caja Duero y a los más finos pintores de la villa pintando de secreto los anuncios que colgaríamos en los carros y tablaos, además, como a agradecidos no nos gana nadie, to los toreros saldrían con su pancarta donde pondría:

“Yo bebo Coca-Cola, que está mu rica, y tengo el movil con Telefónica y la luz con Iberdrola y las cornadas me las asegura Mafre y el palacio me le hace Florentino el del Madrid y compro las patatas en Mercadona y en fin, aficionado, lee los anuncios de los mecenas y compra”.

     Llevé todo in pectore, porque ya sabe su ilmª que en cuanto hay un euro to se revuelve y quería dar un buen día a Caritas.

     ¡Qué emoción el día de la víspera!. De manañada acudieron al coche de linea la música de "Dalmacio y sus muchachos" con 76 mozos moscones arreglaos como de mortaja; habían subido hasta de la Nava del Rey. Aspergidos de colonia Varón Dandy por defuera y de anís castellana por dedentro, llegaron hasta la carretera al compás de “España Cañí” diciendo que la gala relumbraba entre el Duero y los Torozos; uno de Torre había quitado a su madre la sábana bordada donde con brocha ponía:

“Biba el arte, la velleza y el balor de las señoritas toreras de Cartajena”.

      ¡Y qué de fantasías se hacían los mu lerdos!. Amos, que las llevaron a la pensión del Ahorcao en triunfo espoleados por las sonrisas de carmín, las miradas directas que repartían generosas y los “manos quietas” del apoderao pa con los mozos de Velilla, que se encabritaban. Después de comer apartamos los 3 cinqueños más cortos. Landrú y Gallito protestaban como de costumbre pero el apoderao, duro y dale :

- “esos me los toca eh?. Bien tocaítos; si no, baja médica por infección gastrointestinal y luego se las apaña”.

De poco valía que le enseñara los novillos capeos de 7 años pa los mozos. Cuando le decía:

- ¿Los cambiamos?. ¿Los de los mozos pa las señoritas y viveversa?.

     Me miraba rojo de ira palpando un bulto que tenía a la espalda, pa mí que era una pistola.

   II

     El baile de las Ánimas fue la apoteosis, nunca en la historia de la villa había sido necesario salir de la panera, ni cuando mi abuelo dejó sordo a Mozart con el petardo del nº 7 que le tiró por osceno y sinvergüenza; pues esa noche del 31 de octubre no se cabía en la plaza; las tabernas hicieron el agosto; al Dalmacio le obligaron a tocar sólo de agarrao; y en mucha orden, las toreras bailaron con casi todos los mozos; poco con cada, pero con casi todos; como además les regalaban fotos dedicadas con el teléfono, decía Filomeno, el chico la Justa que anduvo en Bosnia, aquello más parecía al barco del amor que andaba por el Danubio de Croacia que una plaza de pueblo.

Pero mu requetebién, a media noche tocaron a ánimas y todos pa la cama, que a la del alba había que correr el incierro.

       ¡Cómo no matarían los toros a media docena!. En mi vida había visto correrlos asín de encima; refrescaban las primeras luces medio dejando ver las figuras grises de los encerradores. Quietos como estatuas, diluidos en la neblina ya cencella, voces y changarros rebotando sobre la cuesta de la tierra de los Lobos avisaron que el encierro bajaba. Aparecieron de entre las tripas de la bruma revueltos con la caballería, cachava en mano, aguantando la tarascada arreando palo al hocico, guardando turno pa entrar en cara porque aquí, si alguno mete los codos y tira a otro a intención, el ayuntamiento le mete un año de batallón de castigo. Daba gloria verlos abriendo y cerrando huecos o subiendo a los álamos cuando un toro salía o tirando de chaqueta si se amontaba en alguna querencia. No me entró ni la zapatilla de Portillo..... ¡Y todo porque les miraban las toreras!.

     No se cupo en la iglesia durante la misa de 12, donde acudieron de mantilla y peineta. Pólvora al fuego, hice cortesía a Gallito, ignorado por la afición ante esta competencia.

- Toma un pañuelo Gallito, que se te cae la baba.

     No me miró; embelesado, imaginaba lo que ni la vista ni la circunstancia le permitía. Entonces quise hacer obra de caridad pa cuando me muera llevar algo a la balanza del ángel.

- Amos Gallito, ven pal banco de autoridades que vas a presidir la misa con las toreras y el cabo de la Guardia Civil.

     Temblando como un flan asentó entre dos. Era el hombre más feliz (y más azorado) del mundo. Esto, ilmª, no le importa pero sí le importa: En esta vida no todo es comer.

     La tarde de toros nos respetó el tiempo; refrescaba a la sombra, aunque no se notaba de lo apretujados que estaban. Lleno, arrendaron hasta un puesto en los tejados, echaron a la cigúeña del nido de la torre, invadieron el balcón municipal ... Olla a presión que rompió en vítores cuando “Amparito Roca” ordenó paseíllo. Los hombres, enamorados del mito y del imposible capaz de alterar el orden natural de las cosas; las mujeres, de los paradigmas de su género capaces de desplazar al varón de su territorio simbólico; los niños, de la novedad que les procuraba jolgorio y el ayuntamiento y un servidor, de la calculadora, al notar que a lo menos había 3.000 individuos y que a nada bien que se diera echarían al capote billetes de a 20 euros.

     Rugieron las cayadas contra las tablas marcando el son de “Amparito Roca”, lo que descompuso a las toreras ignorantes de este alegre modo de expresión tan propio de nuestra idiosincrasia. Saludaron. Tomé micrófono y arengué brevemente a los aficionados :

"Señoras, señores, muchachos y chicos: Matamos hoy dos pájaros de un tiro, pues honramos las ánimas de nuestros mayores ofreciendo en su obsequio una corrida de toros y practicamos la virtud de caridad recaudando algún dinero pa los necesitados. Dicen malas lenguas que nunca rezan: mejor sería orar por los muertos. Yo os digo: honramos a nuestro muertos como se nos pone en los cojones. Dicen malas lenguas que nunca dan: mejor sería dar a los pobres todo el gasto de la corrida. Yo os digo lo que el torero Manolo Sánchez: ¡Una mierda!. Asín que todo aclarado, sí os aviso que cuando la comisión pase el capote, no seáis tacaños y soltéis a 20 euros y los mozos a más, que pa eso llevan dos días en la gloria y los maestros Landrú y Gallito y la señoritas toreras de Cartagena, se lo merecen todo. ¡Dalmacio!. ¡Toca a soltar!".

     El discurso fue mu aplaudido por breve y substancioso; tanto como la salida del primer capeo, negro demonio hociblanco, empingorotado de cabeza, de nombre “Felipe”, septeño de 615 kg. que barrió palos como la máquina de segar alfafa. Poco le duró señorearse, lo que tardó un chico en quebrarle embarcándole con el movimiento de los dedos; ni siquiera necesitó marcar a pierna o a brazo. La plaza se vino abajo y el ”Felipe” se amontó en la esquina más sombría: Empezaba la caza. Ahora, que es fin de temporada, los cortadores están a punto y se propusieron robarle la cartera, cortarle en querencia por el pasillo miserable que había entre él y las tablas. Uno fijó y otro le entró doblándole y saliendo. Otra vez se vino abajo la plaza.
 Recogí pronto éste y el otro capeo, que  se nos iba la luz y soltamos pa Landrú, sin éxito, y pa Gallito, también sin éxito, aunque daba igual pues eran relleno del cocido y el público quería las carnes.

- Dios nos asista D. Pedro, ahora sale el ”Hosquillo”. Pa mí que se va a comer a esas pobres desgraciadas; andan por ahí El Use de La Seca y Dani Alonso de Vezdemarban, casi les llamaba y que toreen ellos, porque ...

- No, Dios lo hará todo, señor alcalde, confie .

III

     El sol de difuntos se ponía por Toro dorando cerro San Juan; alargaban las sombras cubriendo brillos de alamares, haciendo aún más tenebrosa la bocatoril mientras la gente abrochaba chaquetas, no sé si de frío o de temor ante la realidad que se declaraba: hora del toro, la pompa e ilusión pasadas eran sueño; Natura descubría la vanidad humana. El miedo ocupó carros, balcones, tejados, tablados y burladeros, donde cuatro mujeres se hallaban en callejón sin salida.

- ¡Papo sr. alcalde! ... ¡si al Hosquillo le han serrado los pitones!.

Dijo el secretario entre admirado e irritado.

- ¡Papo sr. alcalde!.. ¡Que se va de manos!. ¡El Hosquillo no puede ni andar!. ¿Qué le han hecho?... ¡Le han drogado estos …!

     Salieron las toreras a dar mantazos. Pasaban la muleta atropelladamente por encima del toro que caía de bruces si intentaba embestir; sólo parecía sacarle del sueño que le poseía alguna salpicadura de la sangre que brotaba por sus pitones mal serrados y peor atacados. Aquel toro afeitado y drogado era una ofensa para la ganadería de la villa, tanto o más que los desplantes toreros de la caporala dándole en el hocico con el plano del estoque.

- Vampi, sube a los cercados y te bajas al “Nerón”, éstas van a torear de verdad.

Entonces D. Pedro el cura, agarrándome del hombro me susurró :

- La política a veces nos obliga a tragar sapos; y los objetivos de Dios, cocodrilos.

     Tomó el micrófono y práctico como estaba en homilías, arengó a la plaza acompañando sus “oooole!” las zanganadas de las toreras. Yo me fui pa no sufrir más aquella humillación. Tomé asiento en el sillón del alcalde mirando las fotos medio podridas de mis antecesores en el cargo y me pareció que uno decía . “bobo”, otro “degenerao”, otro “payaso”, otro “cabrón” entre los “ole!” cada vez más potentes y el reflejo de los cientos de pañuelos que clarearon el crepúsculo. Allí estuve avergonzado y ensimismado cuando apareció el secretario.

- ¡Sr. alcalde!. !sr. Alcalde! … ¡que han recolectado 46.728 euros!. ha sido un éxito!”.

- Un éxito, como la corrida de las cortes de Cádiz 1.812. Un éxito, si señor, sólo falta el rey Fernando VII que coja el micrófono y emulando a D. Pedro diga al público lo que dijo el rey a los de Cádiz: “marchemos tos juntos y yo el primero por la senda de la prostitución”. Será cosa de la líbido. ¿Y el honor?.

     Pero faltaba lo mejor; cuando quise salvar los muebles haciendo cuentas fue Imposible. Todo, todo, todo; el metálico y lo de caja Duero se lo había llevado D. Pedro el cura para Caritas; me tocó pagar a la torería con la caja del ayuntamiento. Eso sí, la corrida fue un éxito y el pueblo se hizo lenguas de lo bien que salió todo pero al día siguiente, cuando vi al Hosquillo desangrándose esperando al carnicero de Zamora, le pedí perdón y le tiré una granada de mano de las que tenemos en el armario pa las ocasiones; los toros deben morir como toros y no como conejos. Rencesvinto, que lo vio, me dijo mu claro y mu nítido.

- Tiene mucha razón señor alcalde.

- !Papo Rencesvinto!. Qué bien hablas y qué buena pinta tienes, se ve que ya has apañado lo de la dentadura.

- Si, señor alcalde; cuando fuimos a Madrid, en lo que salía el coche línea nos dimos una vuelta por la casa fieras el secretario y yo. Vi un chimpancé mu aparente, saltamos la tapia y entre el secretario y yo le apuñalamos y .... velay!.

      Enseñó orgulloso unos dientes mu buenos, aunque un poco amarillos.

     Bueno, ilmª, que su agente en la villa se nos ha llevado to las perras pa los pobres y eso no era lo hablado. Asín no vamos a ninguna parte.

Al día siguiente tuvimos sesión municipal ande pedí opinión a los concejales.

     Uno decía que por la caridad entra la peste. Otro decía como Don Quijote: Favores a villanos es echar agua en la mar. Otro, que vaya unos tíos sinvergüenzas y asín sucesivamente, de modo que hemos hecho ordenanza prohibiendo a Caritas coger gratis en esta villa y hacer cualquier suerte de colecta, avisando a D. Pedro el cura obedezca so pena de exilio; cuando quieran algo, pala, pico, y a la cuesta los lobos a plantar pinos y ganarse el jornal señalado por este ayuntamiento, que ya les vale la bobada. A lo mejor si hubieran leído esta carta los chicos de Salamanca no habrían sufrido el bochorno, de todos modos nunca es tarde, los toreros, ni una perra pa Caritas, que se las den sus amiguetes de Podemos.

Quede con Dios y aplíquese el cuento que nosotros, viendo como son los buenos, queremos ser malos pa ser buenos.

P.S.. me se olvidaba. !Viva el Toro Vega!

Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)