TORDESILLAS: LA GRAN PLAZA DE LA TAUROMAQUIA MUNDIAL. CONCENTRACIÓN JUN 18
EN APOYO DEL INMEMORIAL TORNEO.
J. Ramón Muelas. |
foto. Jose Carpita |
La tarde sanjuanera del 18 de junio la torería tenía una cita en Tordesillas; digo la Torería Popular y la parte sana de la Montera; la corrompida, “los pescaitos”, no; esos no tienen nada que ver con la tauromaquia verdadera, son meros actores mediterranescos con su comparsa de devotos, resto arqueológico de cuando los despotistas iletrados trataron de expulsar al público del coso a los tendidos, con poco éxito fuera de las urbes.
Se
trataba de medir dónde estamos tras la alegre prohibición que muchos
no entendemos. Prohibir una ceremonia castellana centenaria porque
así lo exigen desde fuera de Castilla, justificarlo con la
incapacidad para impedir que 150 individuos causen disturbios y
todavía decir que es por nuestro bien, parece difícil de asumir.
¿Ahora nos gobiernan desde fuera?. ¿No se puede impedir el boicoteo
de cualquier acto?. Mañana vendrán los del Estado Islámico a
reclamar el tributo de las Cien Doncellas y por evitar follones,
veremos a la Junta promulgar un decreto-ley para embarcar lucidas
mozas camino del sur, a las Cortes de Castilla y León aprobarlo por
unanimidad en aras de la modernidad y a algún consejero justificarlo
como intercambio cultural que unirá a los pueblos, además de
procurar nuevas experiencias sexuales a las afortunadas, a la vez
que advertirá a los padres de las afortunadas que la ley hay que
cumplirla porque es el fundamento de la democracia y si no, serán
sancionados hasta con no sé cuantos años de prisión por xenófobos,
racistas y trasnochados. Conforme llegaba la hora bajaba la calle de Santa María un río humano como si fuera Martes de la Peña; la misma circunspección, la misma gravedad, los mismos pequeños grupos, los mismos repartidores de pegatinas, el mismo aroma a cosa de importancia. Los balcones de la plaza lucían a modo de reposteros las pancartas de algunas de las numerosísimas asociaciones que habían venido. Si andabas por allí topabas la torería de asalto y a su vanguardia los lobos de Medinaceli que esta vez bajaban el Duero con su alcalde Felipe Utrilla a la cabeza. ¡Cómo cambiaría todo si tuviéramos muchos felipes en nuestros pueblos!. Y también Alejandro, el alcalde torero de Íscar que está donde pide el honor y no donde pide el interés y había más alcaldes; pero de pronto aparece la figura de Juan Sagarra Gamazo cubierta con su canotier de gala y el chico al lado, le está instruyendo en nuestro modo de ser con todo éxito; a lo lejos Pepe Mayoral, el amigo de los lobos y más allá la no menos imponente figura de Fernando “el de Adelaida”, otro leal; ganaderos de postín.
Había más pero te lías con los de Pedrajas, los de Portillo, los de
Montemayor, los de Peñafiel, los de Fuenlabrada, la sección de
asalto de Traspinedo que gracias a Dios han traído un magnífico
megáfono porque el del Patronato –adquirido de saldo a un moro en
Ciudad Rodrigo- está en las últimas y vuelan los minutos.
Efectivamente, parece un Martes de la Peña. Los periodistas taurinos
como Ana Alvarado, Santos García Catalán etc … también se tuestan al
sol vespertino. Están más como toreros que como periodistas y
sabemos que será difícil les den palenque donde contar lo vivido
pero a estas alturas eso ya no importa, son tiempos de universos
paralelos. Luego estaban los torneantes sin afiliación, desde los viejos de camisa blanca años 40, hasta infinidad de niños y chicos; uno de ellos no paraba de revolver blandiendo pancartilla donde ponía: “Tú no me robas, cabrón”. ¿Y las chicas?. Una panda –ninguna llegaba a los 14 años-voceaba:
que si bien no son los mejores versos paridos por la lengua castellana, resultaban muy clarificadores de lo que allí se estaba cociendo. Un matrimonio ha preparado pancarta de circunstancia con lo que ha pillado por casa: “Defendiendo nuestras raíces por siempre. ¡Viva el Toro de la Vega!”. Los de Ataquines y un grupo del Patronato no paran: Echan chispas y dicen tales lindezas a sus señorías que no son para darlas al papel virtual. Hervía la plaza cuando tras cantar “El Toro Vega” de Candeal y “Llegó la Peña” de Santimoteo y González Herrera, arrancó la función Jesús López Garañeda; lo más brillante de ella fue desglosar los nombres de los heroicos lanceros del Toro Vega que son leyenda; los viejos, los del s. XIX y primeros del XX; a cada nombre la multitud honraba con un rugido. No era “bien”, ni “eh!”, ni nada parecido; era un grito de guerra con el que se traía a los muertos con nosotros. Por ahí por las urbes ignora quienes eran sus abuelos, por eso la tradición y la historia les da igual; simplemente, no la tienen, están solos y mal acompañados, de modo que eso de llamar a los muertos les suena a chino; pero por aquí, por el campo, si les conocemos y además les convocamos y además vienen. ¡Papo si vienen!. Somos los nigromantes Marquinos de los que Cervantes hablaba en “el Cerco de Numancia”, en cuanto sonamos el cuerno llamando a toros, o rugimos convocándoles, reviven al punto y se vienen a las talanqueras. Cada rugido es más fuerte que el anterior. Un chico pequeñísimo tordesillano que se cría en Madrid, ha venido con sus padres y una cachabilla de cascabeles desobedeciendo a la organización que había prohibido las cayadas; la multitud no le dejamos ver; me tira de la camisa como diciendo: ¿Qué pasa?, pero se retrae. Leo con toda claridad en su cabeza la dicotomía que le llena; el neocortex que le pide obrara conforme al patrón urbanita y el paleoencéfalo que mueven los muertos y que le pide ser él. Le levanto por los aires y le mando gritar con todos. Duda. Nueva orden. Susurra. Otra vez. Ahora alza cayada y grita como poseso. Ya está bautizado en la Plaza Mayor de Tordesillas. Ya es un hombre porque se ha engarzado a la cadena de los hombres. Ya es otro mesnadero. A Jesús le releva William Cárdenas. Traía papel con el discurso pertinente. ¿Discursos?. ¡Que aúlle el corazón!. Cárdenas se gana la confianza y el afecto de la plaza en un instante con su recia severidad envuelta en el dulce decir venezolano y levanta a la plaza con un no sé si petición, ruego o amenaza: Dejad a los pueblos que hagan y vivan su cultura. No os metáis donde no podéis ni debéis. Y el público comenzó a gritar: ¡Presidente!. ¡Presidente! ¡Presidente!. ¡Velay!.!En un momento quedó proclamado presidente de Castilla y León!. No decía dos palabras sin ser interrumpido con el: ¡Libertad!. ¡Libertad!. ¡Libertad!. Grito de guerra de la torería, y terminó entre aclamaciones exhortando a no ceder nunca ante el atropello. André Viard debería haber leído el siguiente .
POR LA LIBERTAD, POR LA DIVERSIDAD, POR EL RESPETO
Pero igual que los demás improvisó sobre la marcha entre los ¡Torero!. ¡Torero!. Torero! de un pueblo que como el niño Bariato de Numancia afirmaba: “Yo os aseguro ¡Oh fuertes
ciudadanos!, Dieron las ocho; unos fueron a celebrar el éxito y otros fueron al puente para informar a los viajeros que le cruzaban, a los que detenían y pedían su apoyo; riberas arriba camino de la Peña y riberas abajo camino de Pollos el eco voceaba: “!Este decreto le vamos a tumbar!”; en la rotonda sonaban los cláxones de los coches detenidos apoyando a los toreros y el Duero, como un cristal, reflejaba viejas banderas en manos nuevas que ahora llevan un toro por timbre.
|