El pasado sábado 14 de mayo tuvo lugar la cena homenaje en la
que el Patronato del Toro de la Vega entrega sus reconocimientos
anuales, si procede, a aquéllos distinguidos en la promoción,
estudio y defensa de nuestras tradiciones taurinas y en
especial, del Inmemorial Torneo, reconocidos que son elegidos
por el Concejo Abierto de Navidad y que deben serlo
unánimemente.
Con la asistencia del alcalde de la villa, D. José Antonio
Poncela, de las Federaciones de Tauromaquia Popular de Castilla
y León y Taurina de Valladolid, de las villas Benavente,
Montemayor, Traspinedo, Fuentesaúco, Medina etc …; profesores
universitarios, intelectuales, artistas, empresarios y jóvenes
torneantes, comenzó la cena conforme a la costumbre, con la
palabra, corriendo a cargo de Vidal Arranz el presentar y dar
voz a las instituciones y personas asistentes.
Abrió cátedra el presidente del Patronato dando la bienvenida a
los asistentes y efectuando breve reflexión sobre la confusión
de los tiempos que corren y de cómo en medio de tanta duda, es
el Torneo una estrella que nos guía dotándonos de los valores
necesarios para seguir adelante; valores con los que se
identificó Juan Sagarra Gamazo, de la ganadería Raso Portillo,
quien dijo estaba allí porque esos valores eran los que su casa
ha mantenido a través de los años y los que se siguen aplicando
en la crianza del toro bravo.
La Federación Taurina Popular de Castilla y León, por medio de su
vicepresidente Enrique Carnero y la de Valladolid, por medio de
Jesús López Garañeda manifestaron su completo apoyo al Torneo
para luego dar paso a las asociaciones asistentes y conocer de
primera mano cómo va el BIC de Montemayor, el Enmaromado de
Benavente que ya asoma y el caso de Santovenia de Pisuerga, la asociación más
pequeña de las castellanas con sólo seis socios y batallando con
un alcalde-cortijero enemigo de toros y amigo de sus odios y
caprichos.
Tras cenar un excelente lechazo tuvo lugar la entrega de
reconocimientos, acto que si siempre está cargado de emoción,
este año desbordaba.
El primer reconocimiento se entregó a la A.T. “Espantes de
Fuentesaúco”; quería así el Patronato premiar su aportación
a la tauromaquia castellana. Los miembros de esta asociación no
sólo forman en las primeras líneas a la hora de espantar
aguantando hasta el extremo de a veces ser arrollados por el
encierro que como un rodillo se les echa encima, sino –y es lo
más importante- saben por qué lo hacen; conocen, aplican y
divulgan nuestras tradiciones, se sienten orgullosos de ellas y
considerando a la tauromaquia como uno de nuestros rasgos
culturales; siempre dispuestos a aglutinar, se esfuerzan por
conseguir la unidad de acción entre los aficionados acudiendo a
donde se les llama.
Es así “Espantes de Fuentesaúco” un ejemplo a seguir en
todas las facetas. Jorge Rodríguez, recogiendo el certificado, resumió
completamente emocionado el sentir general: “por esto, se muere”.
El
segundo reconocimiento se entregó a D. Daniel Santaolaya,
torneante de la villa de Traspinedo que es un espejo para todos
nosotros. Predica con el ejemplo, hace incansablemente sin
reparar ni en trabajos ni en peligros; de hecho fue una de las
piedras angulares para organizar la manifestación de Valladolid
el pasado septiembre.
El certificado sintetizaba así los motivos de la recompensa
“Porque de varios años a esta parte, dicho señor torneante
ha defendido la tauromaquia popular castellana y este
Inmemorial Torneo con la objetividad que procura la buena
formación técnica; la precisión de quien entiende
profundamente la materia; el tesón de quien sabe labra sobre
materia trascendente; el atrevimiento de quien conoce la
justicia de su causa; la claridad de quien posee experiencia
práctica, y el afecto de quien siente verdaderamente lo que
dice y trata”.
Daniel no
pudo articular palabra cuando restrallaron los aplausos.
Tras la
entrega tuvo lugar la declaración institucional del Patronato a
cargo de su vicepresidente, quien recalcó que el principal
objetivo del Patronato es el estudio de nuestra tauromaquia
tradicional, a lo que debe dedicarse incansablemente sin que los
accidentes particulares, el ruido de fondo y las algaradas
mediáticas distraigan de lo principal.
Señaló que nuestra tradición es un bien valioso no porque sea
antiguo, sino porque produce resultados satisfactorios, aunque a
cambio pide vivir conforme a un código de valores que hoy no
están muy de moda. Exhortó a saborear los inigualables momentos que
procuran nuestras funciones taurinas populares, a conocer a sus
gentes y su hospitalidad y a corresponderlos de modo que
valorando lo propio no precisemos mendigar sucedáneos a culturas
extrañas, ni mucho menos avergonzarnos de practicar las
ceremonias de nuestros padres. Aseguró que en el tiempo sólo
sobrevive lo que es profundo:
“..
conforme van pasando los años hay menos cosas que te
satisfacen; cuando llegas a viejo ya sólo hay dos: Leer el
D. Quijote a orillas del Duero mañanica de San Juan y ver
bajar al Toro Vega el puente de Tordesillas un Martes de la
Peña; lo demás, todo lo demás, es nonada, vano humo,
melonada urbanita ..”
Y así, la
tauromaquia, consustancial a la Cultura Castellana, ha perdurado
hasta hoy y perdurará mientras exista ese carácter, sin que
puedan con ella persecuciones de extranjeros o de degenerados.
Terminó felicitando efusivamente a los reconocidos y brindando
por los torneantes vivos y muertos.
El acto
finalizó con la sorpresa que algunos años dispone la Junta. Como
el Patronato ni premia ni paga a sus individuos al entender que
aquí se viene a servir y no a servirse, no tiene protocolo
premial, lo que no es óbice para que de vez en cuando y por
iniciativa de su dirección se premien los méritos de alguno de
sus miembros con un pequeño detalle y un gran reconocimiento;
eso sucedió este año a modo de colofón cerró la cena anual el
presidente de Concejos Castellanos avisando que se querían
reconocer los muchos años sirviendo, muchos trabajos, mucha fe y
muchas heridas de Gerardo Abril, presidente del Patronato,
entregándole un reloj con la lanza enraizada que usa como armas
el Patronato.